domingo, 11 de enero de 2015

Yo le escribo a lo que no siento.

Y es que si se va… es como que simplemente tuviera que enfrentarme otra vez a mi más grande miedo, a que me dejen, a que dejen de quererme. Tengo que volver a enfrentarme a mí misma, a estar sola, a pasar las tardes tediosas aguantando mis pensamientos, a volver a sentir la autoestima por el suelo, a pasar los días contando las horas solo para poder dormir y así “desaparecer”, a esperar una llamada, un mensaje, una visita que nunca sucederán, a ver mil películas para tener una excusa para llorar y no sentirme tan débil, a beber para vomitar todas y cada una de las mariposas que están en mi estómago, a creer un poco menos en que alguien se quedaría solo por el hecho de luchar por mí, en comenzar a comer solo porque toca y no porque tengo hambre, en escribir un montón de mierda poco inspirada pero desgarradora, en dejar la construcción de mi corazón para después, igual siempre lo dejan como estaba.

Peleare conmigo misma para desaparecer de toda red social, para perderme del mundo en la semana y solo aparecer en una botella de vodka los fines de semana, y así tener otra excusa y llorar.
Aprender a desarmar los nudos de la garganta, aprender a encontrar la felicidad en mi interior… cosa que ya había olvidado.

Repetirme el sermón de que simplemente nadie podría querer a alguien tan dañado y vuelto mierda. A nadie como yo.

Comenzaría a volver a odiar los días, a solo hacer algo por salir de mi casa para matar las horas que estoy sin él, a volver a guardar mis “Te quiero”, mis ganas de abrazar y decirle que me gusta a alguien.

La cosa es que ya no tengo fuerzas para volver a empezar, creo que es mejor si me quedo en el abismo, al final peor no puedo estar, al final… Es mejor estar abajo, así al menos sé que estoy en un modo establemente herido.

Estoy muy rota, soy mucho drama… no tengo vacíos... Yo soy un vacío.
Al final todos se van ¿no?, al final la vida nos da aquello con lo que podemos, lo que nos hace más fuertes, nací para aprender a estar sola, para aprender a perder a las personas, al final siempre estoy bien, siempre tengo una sonrisa y pues siempre hay alguien nuevo para dejar de pensar en el anterior.