domingo, 22 de noviembre de 2015

Los polos opuestos se atraen



Se han mirado por varias horas sin parpadear, sus pupilas se han dilatado, y no pueden evitar no pensar en el mundo que se acaba de detener bajo sus pies. Perciben el espacio que está entre ambos cuerpos. Es una reacción química en cada terminación nerviosa, es la energía que recorre los 5 cm que los separan. Han decidido tomarse de las manos y caminar, ninguno de los dos sabe a donde se dirigen, solo vagarán, dejando a su paso un rastro de lo que podría llamarse amor.

Él ha caminado 361 km, 9 horas y 37 minutos de distancia sin ella, ha atravesado árboles y montañas, casitas en la mitad de la nada con flores en el balcón, perros que se atraviesan en la carretera, pueblitos que él cree que debería conocer con ella y personas que tal vez no quisiera que la miraran, porque podrán ver lo que él ha visto en en sus ojos al besarla, ese secreto que oculta tras cada beso en la mejilla.

Podrías mirarlos y pensar que son la luz y la oscuridad, el día y la noche y que es una locura imaginar como dos opuestos puede caminar sin crear un caos por donde caminan, pero me he puesto a pensar, sobre ese momento de la noche, justo antes del amanecer, donde la oscuridad absoluta cubre la ciudad, para luego, unos segundos después, aparecer lentamente el sol, creando vida sobre una montaña. Así son ellos, intervalos de tiempo entre luz y oscuridad mientras se besan cuando piensan que nadie los observa, o cuando se quedan mirando fijamente los ojos del otro, sin mirar su reflejo en las pupilas, sino, navegando en esos espacios abandonados en sus cuerpos, donde dejan señales de que su amor ha pasado por ahí, cuando él le rosa la mejilla con sus yemas o ella mete sus dedos entre su cabello, sin necesidad de decir ninguna palabra, declararan al cielo y las estrellas el amor que brota de su bocas.

Oh! y no podrías imaginar lo que generan cuando se tocan de verdad, cuando él pasa sus manos por la espalda de ella o ella recorre el pecho de él mientras están desnudos, iluminados por una luz tenue que enmarca las siluetas de sus cuerpos sobre las sabanas, es como entrar en el infierno más dulce, es querer quedarse a escucharla gemir su nombre, y entre respiraciones se escapan “Te amo” y es que ¿Quién no quisiera escuchar a dos amantes declarse su amor en medio del infierno que genera el calor de sus cuerpos al rosarse?