martes, 19 de noviembre de 2013

Él.

No lo podía creer estaba tan cerca de mí, sus ojos me escrutaban completamente, no me había dado cuenta de que eran tan grandes, por un momento, vi que su mirada era más sincera de lo que siempre había sido. 

– ¿Por qué me miras?
- ¿No puedo mirarla?- 

Escondo mi cara entre las manos y miro hacia otro lado, deseando que aún me mirase, yo también me había quedado mirándolo unos cuantos segundos convenciéndome de porque me gustaba tanto, de repente me abrazó y pude sentirlo a mi lado, nunca lo había tenido tan pegadito a mí. Era mágico. Si pudiera congelar el tiempo lo habría hecho en ese segundo, así que congele el lugar y me dedique a sentirlo.

Yo odio los miércoles, pero él estaba haciendo que ese miércoles fuera diferente y  eso me hizo sonreír.

Me mordió hasta que mis cachetes no podían más, hasta que mi barbilla quedo con marcas, y lo mordí de igual manera. Cada vez que sentía su respiración cerca de mí, el corazón se me aceleraba, perdí la noción del tiempo aquella tarde, encontraba risas en donde menos las esperaba, las flores olían mejor que siempre y la entrada a mi edificio nunca fue tan maravillosa como en ese momento.  

No sé cómo fue, pero se encontraba a todo mi frente y me observaba, una sonrisa tímida surcaba sus labios, estaba cerca mucho más cerca que antes, le devolví la sonrisa, se acercó otro poquito, el corazón se me iba a salir; deje de pensar.

 –No sé si esto es correcto- me dijo mirándome a los ojos, aun con una sonrisa tímida invadiéndole el rostro, pero para mí no había dudas al respecto.

Él siempre ha sido mi excepción a la regla, así que comencé a sentir los nervios de cuando te vas a subir a una montaña rusa, esa sensación de querer huir a toda costa pero aun así avanzar en la fila, por alguna razón decidí que iba a embarcarme en ese juego en donde solo yo podía perder, me monte en el carrito y comencé a subir con los ojos cerrados, no quería ver cómo era la caída, así  llegue a la primera cima y … lo besé.

Nos separamos por un momento y ambos tuvimos la misma reacción, una sonrisa estúpida en los labios y la extraña necesidad de mirar hacia cualquier otro lugar.

En ese momento fue cuando descubrí que su aura es de color azul o verde no lo sé muy bien, pero cuando ríe es amarilla o azul clarita de eso si estoy segura, cuando me abraza se siente un calor en el alma que hace que me sienta segura, no soy de las personas que se siente cómoda con gente a su alrededor, pero con él es diferente, con el pasaría horas hablando, le diría que pasara días en mi cuarto escuchando música a mi lado, para mirar sus ojos infinidad de segundos perderme en ese laberinto color café,  y soñar con sus manos.

Me pregunto por qué lo hice, y la verdad solo encontré respuesta en alzar los hombros, no sabía por qué lo había hecho, me dijo que estaba indignado porque lo había besado, pero a mí no me importaba y sabía que a él tampoco, y me volvió a besar, esta vez fue él quien tomo la iniciativa. Yo floté.

De pronto estábamos riendo de nuevo, hablando de lo nunca más mencionado y callándonos a besos, de pronto fue el momento perfecto donde no importaba nada.
 Pero lo que yo no quería ver era  la caída inminente, y lo supe después de que se despidió, después de que dejo de llover, después de que lo vi alejarse, ahí en ese entonces supe que solo quedaba caer.

Y por ello eme acá en este café buscando sonrisas perdidas, miradas enamoradas y esperanzas abandonadas en medio de la gente observando como caigo, haciendo fila de nuevo en esta atracción llamada amar, donde dejo de importarme las bajadas, y lo único que espero es la cima de otra colina para disfrutar el segundo de éxtasis, donde solo me bajare cuando haya vomitado hasta el ultimo suspiro.



No hay comentarios:

Publicar un comentario