No lo podía
creer estaba tan cerca de mí, sus ojos me escrutaban completamente, no me había
dado cuenta de que eran tan grandes, por un momento, vi que su mirada era más
sincera de lo que siempre había sido.
– ¿Por qué me miras?
- ¿No puedo mirarla?-
Escondo mi cara entre las manos y miro hacia otro lado, deseando que aún me mirase, yo también me había quedado mirándolo unos cuantos segundos convenciéndome de porque me gustaba tanto, de repente me abrazó y pude sentirlo a mi lado, nunca lo había tenido tan pegadito a mí. Era mágico. Si pudiera congelar el tiempo lo habría hecho en ese segundo, así que congele el lugar y me dedique a sentirlo.
– ¿Por qué me miras?
- ¿No puedo mirarla?-
Escondo mi cara entre las manos y miro hacia otro lado, deseando que aún me mirase, yo también me había quedado mirándolo unos cuantos segundos convenciéndome de porque me gustaba tanto, de repente me abrazó y pude sentirlo a mi lado, nunca lo había tenido tan pegadito a mí. Era mágico. Si pudiera congelar el tiempo lo habría hecho en ese segundo, así que congele el lugar y me dedique a sentirlo.
Yo odio
los miércoles, pero él estaba haciendo que ese miércoles fuera diferente y eso me hizo sonreír.
Me mordió
hasta que mis cachetes no podían más, hasta que mi barbilla quedo con marcas, y
lo mordí de igual manera. Cada vez que sentía su respiración cerca de mí, el
corazón se me aceleraba, perdí la noción del tiempo aquella tarde, encontraba
risas en donde menos las esperaba, las flores olían mejor que siempre y la
entrada a mi edificio nunca fue tan maravillosa como en ese momento.
No sé
cómo fue, pero se encontraba a todo mi frente y me observaba, una sonrisa tímida
surcaba sus labios, estaba cerca mucho más cerca que antes, le devolví la
sonrisa, se acercó otro poquito, el corazón se me iba a salir; deje de pensar.
–No sé si esto es correcto- me dijo mirándome a los ojos, aun con una sonrisa tímida invadiéndole el rostro, pero para mí no había dudas al respecto.
–No sé si esto es correcto- me dijo mirándome a los ojos, aun con una sonrisa tímida invadiéndole el rostro, pero para mí no había dudas al respecto.
Él
siempre ha sido mi excepción a la regla, así que comencé a sentir los nervios
de cuando te vas a subir a una montaña rusa, esa sensación de querer huir a
toda costa pero aun así avanzar en la fila, por alguna razón decidí que iba a
embarcarme en ese juego en donde solo yo podía perder, me monte en el carrito y
comencé a subir con los ojos cerrados, no quería ver cómo era la caída, así llegue a la primera cima y … lo besé.
Nos
separamos por un momento y ambos tuvimos la misma reacción, una sonrisa estúpida
en los labios y la extraña necesidad de mirar hacia cualquier otro lugar.
En ese
momento fue cuando descubrí que su aura es de color azul o verde no lo sé muy
bien, pero cuando ríe es amarilla o azul clarita de eso si estoy segura, cuando
me abraza se siente un calor en el alma que hace que me sienta segura, no soy
de las personas que se siente cómoda con gente a su alrededor, pero con él es
diferente, con el pasaría horas hablando, le diría que pasara días en mi cuarto
escuchando música a mi lado, para mirar sus ojos infinidad de segundos perderme
en ese laberinto color café, y soñar con
sus manos.
Me
pregunto por qué lo hice, y la verdad solo encontré respuesta en alzar los
hombros, no sabía por qué lo había hecho, me dijo que estaba indignado porque
lo había besado, pero a mí no me importaba y sabía que a él tampoco, y me volvió
a besar, esta vez fue él quien tomo la iniciativa. Yo floté.
De
pronto estábamos riendo de nuevo, hablando de lo nunca más mencionado y callándonos
a besos, de pronto fue el momento perfecto donde no importaba nada.
Pero lo que yo no quería ver era la caída inminente, y lo supe después de que
se despidió, después de que dejo de llover, después de que lo vi alejarse, ahí
en ese entonces supe que solo quedaba caer.
Y por
ello eme acá en este café buscando sonrisas perdidas, miradas enamoradas y
esperanzas abandonadas en medio de la gente observando como caigo, haciendo fila de nuevo en esta
atracción llamada amar, donde dejo de importarme las bajadas, y lo único que
espero es la cima de otra colina para disfrutar el segundo de éxtasis, donde
solo me bajare cuando haya vomitado hasta el ultimo suspiro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario