domingo, 24 de noviembre de 2013

Una noche.

En un momento de la noche decidí cerrar los ojos e imaginar una vida sin ti, pero fue tanto el vacío que sentí, que de nuevo tuve que abrirlos y estirar mi mano a un lado para sentir que aun estabas acostado a mi lado, con tu respiración entrecortada, note que soñabas, quise imaginar que era conmigo, pero tuve que conformarme con suspirar y creer en la felicidad una vez más, no me explicaba como después de tantas cosas aun estabas a mi lado, como después de tantos años, cuando las canas ya se veían en nuestros pensamientos, aun me ambas como la primera vez, sin razones y solo por el simple hecho de ser parte de tú vida, no me explicaba como tantas palabras se podían decir, y que en verdad no dijeran mucho de lo que se sentía.

Entonces pensé en recitarte un poema, pero recordé que no se poesía, y comencé a recordarte pero las ganas de tenerte a mi lado me ganaron y comencé a necesitarte profundamente, para así sentirte, escucharte, palparte, observarte detenidamente, porque pienso seguirte el el resto de mi vida, para nunca más extrañarte y poder abrazarte a cada instante.
Y así fue como decidí leerte, para poder entenderte, pero también mientras te acompaño quiero contarte la historia que viviremos, quiero gravar en tu corazón mi rostro para que nunca olvides que siempre te estaré esperando.

Muchas veces olvido números, letras, canciones o libros... pero de ti nunca me olvidare, porque así intentara olvidar como sentir tu recuerdo siempre me dirima cómo amar.

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