domingo, 27 de octubre de 2013

Fue una carta.

Tal vez, nunca llegue a escribir tan inspirado como Benedetti, o llegue a rimar tan bien como Neruda, mis palabras tal vez nunca lleguen a estar dentro de mil pensamientos, o en vitrinas exhibidas junto a los más grandes éxitos, pero siempre tendrán un sentimiento que intentara salir a flote en cada palabra, un aroma a pensamientos que solo tu podrás percibir, un calor de confianza y entrega que se impregnara de tu corazón mientras estas palabras sin sabor cobran colores de un millón de flores, pintando tu mundo de mil texturas, para que experimentes las sensaciones de lo que es un amor verdadero, de lo que es volar sobre una nube, observando el insignificante tamaño de las demás cosas debajo, ya que al volar contigo siento como mi mundo se hace pequeño y como soy capaz de casi tocar de manera sublime un nuevo universo donde hasta el más mínimo cantar de un pájaro es como una osada orquesta interpretando las más hermosas melodías solo para nosotros, en donde recordar nuestras secretas y fugaces aventuras es abrirle paso a sensaciones y sentimientos jamás experimentados y poder asegurar con firmeza que nunca quise que fueran plasmados en mi historia por alguien que no fuera tú, mejor dicho, por alguien que no fuera “nosotros”.
Me falta valentía para saber guiarte en este mapa de tropiezos y montañas, de mares y desiertos, pero me sobran ganas de pasar mis días a tu lado mostrándote cada mañana, el roció de las flores de nuestro jardín, de enseñarte la belleza de un amanecer en una mañana de invierno, mostrándote como nuestras manos pueden estar entrelazadas así los vientos intenten alejarnos, porque si la muerte es fuerte y profunda, el amor es inmortal cuando se ha sabido fortalecer a lo largo de los días que se pasan juntos, escalando montañas y saliendo de abismos siempre con la vista en la cima, de aquel anhelo que nos llevó a dar tantos pasos, unos firmes y otros algo torpes, pero siempre sabiendo que nos llevarían al final a vivir la hermosa creación de todo lo que supimos construir y destruir a lo largo de todo ese viaje, del cual apenas es el comienzo… no podría decirte como terminara, pero, prometo acompañarte en cada paso hasta el final.
Mi corazón se acelera, siento que cada centímetro de mi cuerpo pone alerta mis sentidos, sobre todo el tacto y el gusto, mis pupilas se dilatan y mis ojos comienzan a brillar, mi estómago siente esas cosquillas inciertas, mis manos recorren nerviosamente mi cabello intentando calmar mis ansias, pero es imposible controlar esta sensación de incertidumbre que agobia mis pensamientos, cada pequeña parte de mi cuerpo siente todo más claro, mira con más detalle cada objeto, la brisa se siente más fría, mi olfato percibe cada olor que me rodea con tal detalle que siento que cada vez está más cerca, mis oídos captan cada sonido y se sobresaltan a cualquier cambio que se avecina torpemente hacia dónde puedo encontrarme, pero de pronto tanta preparación parece en vano, porque en aquel momento en que él toca mi delicada piel, con su cuerpo grande y fuerte todo aquel estremecimiento anterior desaparece, y todo se vuelve blanco y nos encontramos él y yo en una sola canción, ahora solo puedo percibirlo a él, su olor como va quedando impregnado en mi ropa, mientras que, su piel rosa mis manos torpes, mis oídos escuchan una melodía, su vos, pero lo que más capta mi atención es como su dulce aliento se acerca delicadamente a mis toscos labios, con tanta firmeza y sabiduría, sin basilar… y cuando sucede, no hay reloj que pueda resistirse a no detenerse en aquel momento, donde cada sentido, cada pensamiento y sentimiento se dirige única y exclusivamente a él, en su olor y textura, en su color , en su dulce sabor… aunque algo torpe yo intento seguir su armonía, de sensaciones, pero mis pensamientos se desvanecen cuando sus manos tocan mi frágil ser, en ese segundo dejo de pensar, para solo sentir… para llevarme por aquel envolver de nubes que nos elevan a un viaje de sensaciones sin fin, donde el tiempo no existe y las palabras sobran, pero los besos faltan y las caricias vuelan en un mar de texturas que enloquecen, envolviéndonos en un frenesí de palpitaciones que solo nuestros corazones podrán percibir, y seguiría escribiendo ínfimas palabras acerca de las mil experiencias de besarte, pero me quedaría corta de páginas para escribirte cuán grande es mi amor por ti, por ese hombre de gran estatura, de manos grandes y fuertes, que a primera vista creerías que es alguien frió y calculador, pero luego aparecen sus ojos de un dulce color miel, o verde según el atardecer, pero a la vez tan trasparentes como el agua y me muestran cuán grande es su corazón, me enseña los sentimientos más verdaderos que jamás han tocado mi alma y me revelan los secretos que solo aquellas personas que de verdad saben tocar su espíritu pueden ver, para conocerlo a profundidad, un ser tan complejo y a la vez tan sencillo que solo hace falta amor y comprensión para capturar su atención, que yo nunca dejare escapar de este inestable espíritu, que me agobia cuando la tristeza aparece en aquellos ojos color miel, que aceleran mis pensamientos y mueven mis cimientos, porque siento la impotencia de mi torpe ser.
Y es que somos dos seres, tan independientes, a su manera, pero tan dependientes de tantas otras cosas, que perfectamente podemos vivir, cada uno en su lado, pero sin soltar nuestras manos, saltando cada uno sus obstáculos, pero subiendo montañas juntos, sin dejar de ser nosotros mismos por complacer al otro, y es que aprendemos cada día como es este complicado arte de amar y ser amado, porque si es un arte, que no todos sabrían manejar, y POR DIOS! Ni siquiera se si nosotros sabemos manejarlo, pero el camino es largo y cada uno caminando al lado del otro, podremos aprender a manejar cada caída y a celebrar cada triunfo, sin nunca detenernos por dolor o parar por creer que llegamos al culmen de algo infinito.

Y este era un gran deseo y mi mayor sueño, Lo soñé tan real y tan perfecto que ya formaba parte de mi vida, amar a un ser humano va más allá de lo físico de lo real, es algo que no podemos medir, o simplemente definir con palabras tan vanas como lo son las que yo te digo, mi amor, es más que simples caricias o besos desmedidos, es un sueño en la realidad, una fantasía que invade nuestro presente, pero aun así es como un fantasma, nos atrevemos a hablar sobre esta maravilla, pero no sabemos lo que en realidad es, simplemente especulamos palabras, gestos o sentimientos que creemos hacen referencia a este paraíso llamado AMOR.

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