domingo, 27 de octubre de 2013

Una taza de café.

El olor de aquella cafetería de la esquina, en la que cada tarde me sentaba con mi libro y un café a pasar las horas sin ti, a ver como la multitud me rodeaba mientras yo volaba en un mar de pensamiento y mundos que me evadían de la realidad, mientras pasaban los segundos, mi corazón cada vez latía más lento, porque tu respiración cada vez estaba más lejos, mis ojos atravesaban aquel pasillo lleno de olores y sabores tratando de encontrar una mirada que me dijera que me acompañaba, pero sólo encontraba miradas perdidas entre las habladurías y cotilleo de cada conversación, respiraciones agitadas y sonrías perdidas, entre comentarios que los hacía recomponerse… porque ya ni las voces roncas, ni el parloteo a mí alrededor lograban sacarme de esa nube de sentimientos en la que decidí envolverme, para evadirme de aquel bullicio, el olor del café me sacaba de mis conclusiones, para respirar y recordar a que olía tu sonrisa, y ver en él, el color de tus ojos que me decían cuanto pensabas, cuanto tu mente volaba con cada pensamiento, como tu imaginación fluía y solo querías volar, un olor a tabaco, me recuerda el olor de tu cuerpo en las noches frías en las que te acostabas, y me recostabas en tu pecho diciéndome que: "amabas la lluvia, porque hacía que la noche se tornara infinita cuando la pasión era grande”, un sorbo de café y una mirada al horizonte acompañada de un suspiro, me vuelven al mundo. La tarde se oscureció y yo no podía dejar de pensarte, miraba como las gotas caían por mi abrigo, haciendo carreras de quien se desvanecía primero, las luces cruzaban el cielo, la gente caminaba bajo la lluvia, una interminable melodía surcaba el firmamento y yo la observaba, ¿cómo era posible que tu estuvieras en cada rincón que mis ojos buscaban?… Pero de pronto en medio de la multitud encontré esos ojos que me acompañaban, vi como se acercaban y respiraban rápido, entonces pude volver a leer los pensamientos e interpretar esas ganas de volar infinitas, vi la primera página de su libro: “Calla cuando tu silencio diga más que tus palabras, deja de crear cuando tu quietud construya más que tus movimientos, deja de mentir cuando descubras que te has mentido más veces a ti mismo que a los demás, deja las ilusiones cuando veas que vives más en ellas, que en la realidad, deja de criticar cuando descubras que, cada cosa que juzgas también está en ti…Deja el pasado atrás cuando veas que, no has podido construir pasos hacia adelante”.
Y en ese momento decidí que no volvería a estar sola, que aquel pequeño mundo era más grande de lo que podía controlar, y que solo hacía falta buscar en el horizonte una mirada para perderme de nuevo.

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